Creación de personajes (II)

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Creación de personajes (II)

Continuamos con los consejos para la creación de personajes que empezamos aquí. Como ya dijimos, con que solo uno de estos os sirva ya podemos darnos todos por satisfechos. Y si tenéis alguno más, no dudéis en ponerlo en los comentarios.

Iniciales diferentes

Malcom, Matt, Mark y Mike fueron a pescar. Dos páginas después vuelven todos menos uno, que se ha ahogado, pero el lector no tiene ni remota idea de quién es quién. Procura evitar utilizar la misma inicial para varios personajes, idealmente para ningún personaje de tu novela, pero al menos no para los que más veces van a aparecer.

Solo los elfos son perfectos

Seguramente os habrá pasado: el típico protagonista que todo lo hace bien, que siempre tiene buenas ideas, siempre escapa del peligro, siempre toma buenas decisiones… El James Bond clásico. Pues bien, el James Bond clásico acaba siendo bastante cargante en una novela. En la medida en que un lector puede identificarse con un personaje lo aprecia y, del mismo modo, que el protagonista de la obra sea algo imposible e inalcanzable, le distancia. Que yo conozca solo J. R. R. Tolkien consiguió con sus elfos crear unos personajes (en este caso, una raza entera) de seres perfectos y seguir manteniendo el interés, pero he de reconocer que a mucha gente les resultan muy cargantes.

No lo des todo de golpe

Como ya se expuso en el punto cuarto, no hay que mostrarlo todo. Pero aún así, lo que sí se va a mostrar hay que dosificarlo. Puede que te parezca muy necesario conocer el atormentado pasado del coronel que será reclutado a la fuerza como tutor de una insoportable niña rica, pero el lector puede empezar a caminar junto a él sin toda esa información. Además así puedes ir generando espectación acerca de los motivos de su aversión por los huevos duros, o el origen de la fea cicatriz que le parte el labio en dos y que a la niña tanto asusta.

Sé sincero y coherente

Si un personaje vivió toda su vida en la campiña inglesa, no tiene mucho sentido que en cuanto se encuentre perdido en la ciudad vaya a un ciber café a consultar en internet dónde puede pasar la noche por las diez libras que tiene en el bolsillo. O, sin llegar a tanto, si vuestro protagonista es cobarde, el lector puede asumir que evolucione hasta que, en el clímax de la novela, apriete los dientes y cruce una trinchera para rescatar a un compañero abandonado, pero no cambiéis la esencia de quiénes son. Ese personaje que hizo algo heróico seguirá probablemente siendo cobarde o, en un caso quizá más claro, si María Hernández acaba de abandonar el noviciado en un monasterio de Carmelitas, no tiene mucho sentido que vaya a una discoteca a pasar una noche loca. No es coherente.

Y, como siempre, habrá más, habrá una parte tres, una parte cuatro… de momento mantendremos el formato de únicamente cuatro consejos por artículo, para fijar conceptos mejor y hacerlo todo más ligero. Espero que os haya sido útil.

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